ESTUDIOS


Escudriñad las Escrituras.

La importancia de que el pueblo de DIOS asegure y fortalezca su fe por medio del estudio concienzudo de las Sagradas Escrituras, es de una verdad vital e importantísima, solo por el estudio de la Biblia, el creyente fortalecerá su fe, conocerá el tiempo en la línea profética y conocerá el verdadero carácter y misión de nuestro Señor Jesucristo. Por esto, es de suma importancia que tú y yo, seamos santificados por la Palabra de DIOS día a día. Juan 17:17 Padre, santifícalos en tu verdad, tu palabra es verdad. Juan 8:32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

·         Juan 5:39.

Las Escrituras testifican de Cristo.- El Salvador es revelado en la Palabra en toda su belleza y todo su encanto. Cada alma hallara solaz y consuelo en la Biblia, la cual está llena de promesas acerca de lo que DIOS hará para los que caminan de acuerdo con la voluntad  divina. Los enfermos serán especialmente consolados al oír la Palabra, pues DIOS al dar las Escrituras dio a la humanidad una hoja del árbol de la vida que es para sanidad de las naciones. Cualquiera que lee las Escrituras o que ha escuchado su lectura, ¿cómo puede perder su interés en las cosas celestiales y encontrar placer en las diversiones y las fascinaciones del mundo? (MS 105, 1901/ CBA 7-A pagina 1109). Luego ver: cap. 15:22 pagina 1118-9 del mismo libro.

·         2 de Timoteo 3:14-16 Toda la Escritura es inspirada por DIOS y útil. (repasar con la clase, todo el capitulo 3)

·         CBA 7-4 (Comentario Bíblico Adventista 7-A) Pagina 930-932. (2 de Tim 3:14-16)

·         Eventos de los Últimos Días, pagina 67 (La necesidad de estudiar las Sagradas Escrituras).

·         Salmos 119:105 Lámpara es a mis pies tu Palabra. Versículos complementarios; 2 de Pedro 1:19, Proverbios 6:23.

·         Eventos de los Últimos Días Capitulo 1, paginas 14-16.

·         Las Escrituras y nuestras salvación: Juan 5:39, escudriñarlas cada día como los hermanos de Berea: Hechos 17:11, por medio de las Escrituras podemos mostrar que Jesús es el Cristo: Hechos 18: 28.

·         Eventos de los Últimos Días, paginas 68,69.

·         Lucas 24:27 Todas las Escrituras hablan de Jesús, desde Moisés y todos los profetas.

·         Romanos 15:4. Por las Escrituras tenemos esperanza.

·         Romanos 10: 17 La Escritura y la Fe.

·         BBA 7-A Página 1132.

Comentario: Cuando colocamos nuestra vida en completa obediencia a la Ley de DIOS, considerando a DIOS como nuestro guía supremo, y nos aferramos a Cristo como nuestra esperanza de justicia, DIOS obrara en nuestro favor. Esta es una justicia de fe, una justicia oculta en un misterio del cual los mundanos no saben nada y que no pueden entender. Sofistería y contienda forman parte del sequito de la serpiente, pero los mandamientos de DIOS, diligentemente estudiados y practicados, nos abren una comunión con el cielo y hacen que distingamos lo verdadero de lo falso. Esta obediencia da como resultado en nosotros la voluntad divina que produce en nuestra vida la justicia y perfección que se vieron en la vida de Cristo. (MS 43)

 

 

 

·         Mateo 10: 9, Marcos 13:11, Juan 14:26. No temáis que habéis de decir en aquella hora.

·         Maranata el Señor viene del 1 y 2 de Setiembre (Ante juzgados y concilios y Ante los grandes hombres de la tierra).

·         Finalización leyendo el capítulo 18 del libro la Educación: Los Misterios de la Biblia.

·          Los Misterios de la Biblia

·          “¿Descubrirás tú los secretos de Dios?” Job 11:7.

·          Ninguna mente finita puede comprender plenamente el carácter o las obras del Ser infinito. No podemos descubrir a Dios por medio de la investigación. Para las mentes más fuertes y mejor cultivadas, lo mismo que para las más débiles e ignorantes, el Ser santo debe permanecer rodeado de misterio. Pero aunque “nubes y oscuridad alrededor de él; justicia y juicio son el cimiento de su trono”1, podemos comprender lo suficiente de su trato con nosotros para descubrir una misericordia ilimitada unida a un poder infinito. Podemos comprender, de sus propósitos, lo que seamos capaces de asimilar; más allá de esto, hemos de confiar en la mano omnipotente, en el corazón lleno de amor. ED 153.1

·          La Palabra de Dios, como el carácter de su Autor, presenta misterios que nunca podrán ser completamente comprendidos por los seres finitos. Pero Dios ha dado en las Escrituras suficiente evidencia de su autoridad divina. Su propia existencia, su carácter, la veracidad de su Palabra, lo corrobora un testimonio que toca a nuestra razón, y ese testimonio es abundante. Es cierto, él no ha eliminado la posibilidad de dudar; la fe debe apoyarse en la evidencia, no en la demostración; los que desean dudar tienen oportunidad de hacerlo, pero los que desean conocer la verdad tienen suficiente terreno para ejercer la fe. ED 153.2

No tenemos motivos para dudar de la Palabra de Dios por el hecho de que no podamos comprender los misterios de su providencia. En el mundo natural, estamos constantemente rodeados de maravillas ·          superiores a nuestra comprensión. ¿Nos ha de sorprender, entonces, encontrar también en el mundo espiritual misterios que no podemos sondear? La dificultad reside solamente en la estrechez y la debilidad de la mente humana. ED 154.1

·          Los misterios de la Biblia, lejos de ser un argumento contra ella, se encuentran entre las más fuertes pruebas de su inspiración divina. Si su descripción de Dios consistiera solo en lo que nosotros pudiéramos comprender, si su grandeza y su majestad pudieran ser abarcadas por mentes finitas, la Biblia no llevaría, como lleva, evidencias inconfundibles de la Divinidad. La grandeza de sus temas tiene que inspirar fe en ella como la Palabra de Dios. ED 154.2

·          La Biblia revela la verdad con tal sencillez y tal adaptación a las necesidades y los anhelos del corazón humano, que ha asombrado y maravillado a los intelectos más cultos, y al mismo tiempo ha explicado el camino de la vida al humilde e ignorante. “El que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará”2. Ningún niño tiene por qué equivocar el camino. Ningún buscador tembloroso necesita dejar de andar en la luz pura y santa. Sin embargo, las verdades expuestas con gran sencillez comprenden temas elevados, de vasto alcance, infinitamente superiores al poder de la comprensión humana, misterios que son el escondite de su gloria, misterios que vencen la mente en su investigación, mientras inspiran fe y reverencia al buscador sincero de la verdad. Cuanto más escudriñamos la Biblia, tanto más profunda es nuestra convicción de que es la Palabra del Dios viviente, y la razón humana se inclina ante la majestad de la revelación divina. ED 154.3

·          Dios quiere que siempre sean reveladas las verdades de su Palabra al investigador ferviente. Aunque “las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios”, “las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos”3. La idea de que ciertas secciones de la Biblia no pueden ser entendidas, ha inducido a descuidar algunas de sus más importantes verdades. Es necesario recalcar con frecuencia el hecho de que los misterios de la Biblia no son tales porque Dios haya tratado de ocultar la verdad, sino porque nuestra debilidad e ignorancia nos hacen incapaces de comprender o posesionarnos de la verdad. El límite no está fijado por su propósito, sino por nuestra capacidad. Dios desea que comprendamos tanto como lo permite nuestra mente, precisamente aquellas partes de las Escrituras que a menudo se pasan por alto por considerárselas imposibles de comprender. “Toda la Escritura es inspirada por Dios” para que el hombre de Dios sea “enteramente preparado para toda buena obra”4. ED 154.4

·          Es imposible para cualquier mente humana abarcar completamente siquiera una verdad o promesa de la Biblia. Uno comprende la gloria desde un punto de vista, otro desde otro, y sin embargo, solamente podemos percibir destellos. La plenitud del brillo está fuera del alcance de nuestra visión. ED 155.1

·          Al contemplar las grandes verdades de la Palabra de Dios, observamos una fuente que se amplía y profundiza bajo nuestra mirada. Su amplitud y profundidad sobrepasan nuestro conocimiento. Al mirar, la visión se expande; contemplamos extendido delante de nosotros un mar sin límites. ED 155.2

·          Este estudio tiene poder vivificador. La mente y el corazón adquieren fuerza y vida nuevas. ED 155.3

Esta experiencia es la mayor evidencia de que la Biblia es de origen divino. Recibimos la Palabra de Dios como alimento para el alma, mediante la misma evidencia por la cual recibimos el pan como alimento para el cuerpo. El pan suple la necesidad de nuestra naturaleza. Sabemos por experiencia que produce sangre, huesos y cerebro. Apliquemos la misma prueba a la Biblia: Cuando sus principios han llegado a formar efectivamente parte del carácter, ¿cuál ha sido el resultado? ¿Qué cambios se han efectuado en la vida? “Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”5. Gracias a su poder, los hombres y mujeres han roto las cadenas de los hábitos pecaminosos. Han renunciado al egoísmo. Los profanos se han vuelto reverentes; los beodos, sobrios; los libertinos, puros. Las almas que exponían la semejanza de Satanás, han sido transformadas a la imagen de Dios. Este cambio es en sí el milagro de los milagros. Es un cambio realizado ·          por la Palabra, uno de los más profundos misterios de la Palabra. No lo podemos comprender; solo podemos creer, según lo declara la Escritura, que es “Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria”6. ED 155.4

·          El conocimiento de este misterio es la clave de todos los demás. Abre al alma los tesoros del universo, las posibilidades de un desarrollo infinito. ED 156.1

·          Y este desarrollo se obtiene por medio de la constante revelación del carácter de Dios a nosotros, de la gloria y el misterio de la Palabra escrita. Si nos fuera posible lograr una plena comprensión de Dios y su Palabra, no habría para nosotros más descubrimientos de la verdad, mayor conocimiento, ni mayor desarrollo. Dios dejaría de ser supremo, y el hombre dejaría de progresar. Gracias a Dios, no es así. Puesto que Dios es infinito, y en él están todos los tesoros de la sabiduría, podremos escudriñar y aprender siempre, durante toda la eternidad, sin agotar jamás las riquezas de su sabiduría, su bondad o su poder. ED 156.2

La naturaleza humana de Cristo

CITAS DE ELENEA G DE WHITE SOBRE LA NATURALEZA HUMANA DE CRISTO

1 Juan 4Reina-Valera 1960 (RVR1960)

El Espíritu de Dios y el espíritu del anticristo

4  Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.

2 En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;

3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.

 

12. Carne de pecado A.T. Jones Muchas personas caen en un error grave y pernicioso. Consiste en pensar que su antigua carne de pecado es erradicada en la conversión. En otras palabras, cometen el error de pensar que la carne les será quitada, quedando así liberados de ella. Entonces, cuando comprueban que tal cosa no ha sucedido, cuando ven que la misma vieja carne pecaminosa con sus inclinaciones, con sus clamores y seducciones, está aún allí, no pueden aceptar eso; caen en el desánimo, y están prontos a concluir que jamás han estado realmente convertidos. Sin embargo, si recapacitasen un poco, podrían darse cuenta de que todo eso es un error. ¿Acaso no posees exactamente el mismo cuerpo, tras haber sido convertido, que el que tenías antes de la conversión? ¿No estaba compuesto exactamente del mismo material –carne, huesos, sangre– antes y después de convertirte? A esas preguntas todo el mundo contestará afirmativamente. Y con razón. Hagámonos más preguntas: ¿No es esa carne exactamente de la misma cualidad que la anterior? ¿No sigue siendo carne humana, carne natural, tan ciertamente como antes? –A esas preguntas también responderán todos con un ‘Sí’. Aún otra pregunta más: Siendo la misma carne, de la misma cualidad –carne siempre humana–, ¿no sigue siendo carne tan pecaminosa como la anterior? Aquí precisamente es donde radica el error de esas personas. A ésta última pregunta, se sienten inclinados a responder, ‘No’, cuando debiera darse un ‘Sí’ decidido. Y eso, por tanto tiempo como permanezcamos en este cuerpo natural. Cuando se acepta y reconoce constantemente que la carne de la persona convertida sigue siendo carne de pecado, y nada más que carne de pecado, uno está tan plenamente convencido de que en su carne no mora el bien, que jamás permitirá ni una sombra de confianza en la carne. Siendo así, su sola dependencia será en algo muy distinto de la carne, que es en el Espíritu Santo de Dios; la fuente de su fortaleza y esperanza estará siempre fuera de la carne, estará exclusivamente en Jesucristo. Y estando siempre en guardia, vigilante y desconfiado de la carne, no esperará ninguna cosa buena a partir de ella, estando así en disposición –mediante el poder de Dios– para rechazar de raíz, y aplastar sin compasión cualquier impulso o sugerencia que provengan de ella. De esa manera, no cae, no se desanima, sino que va de victoria en victoria y de fortaleza en fortaleza. Ves, pues, que la conversión no pone carne nueva sobre el antiguo espíritu, sino un nuevo Espíritu sobre la vieja carne. No se trata de una carne nueva sobre la antigua mente, sino una mente nueva sobre la antigua carne. La liberación y la victoria no tienen lugar por la eliminación de la naturaleza humana, sino mediante la recepción de la naturaleza divina, para dominar y subyugar a la humana. No tiene lugar quitando la carne de pecado, sino enviando el Espíritu sin pecado, que conquista y condena al pecado en la carne. La Escritura no dice. ‘Haya pues en vosotros esta carne que hubo también en Cristo’, sino que dice, "Haya pues en vosotros este sentir [literal: mente] que hubo también en Cristo Jesús" (Fil. 2:5). La Escritura no dice, ‘transformaos por la renovación de vuestra carne’, sino "transformaos por la renovación de vuestra mente" (Rom. 12:2). Seremos finalmente trasladados por la renovación de nuestra carne, pero debemos ser transformados por la renovación de nuestra mente. El Señor Jesús tomó la misma carne y sangre, la misma naturaleza humana que es la nuestra –carne como nuestra carne pecaminosa–, y a causa del pecado, y mediante el poder del Espíritu de Dios, por la mente divina que en Él había, "condenó al pecado en la carne" (Rom. 8:3). Y ahí está nuestra liberación (Rom. 7:25), ahí nuestra victoria. "Haya pues en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús". "Y os daré corazón nuevo, y pondré Espíritu nuevo dentro de vosotros". Nunca te desanimes a la vista de la pecaminosidad de la carne. Es solamente a la luz del Espíritu de Dios, y por el discernimiento de la mente de Cristo que puedes ver tanta pecaminosidad en tu carne; y cuanta más de ella veas, ciertamente más del Espíritu de Dios tienes. Es un indicativo seguro. Por lo tanto, cuando ves abundante pecaminosidad en ti, agradece a Dios por haberte dado el Espíritu de Dios que te ha permitido descubrirla; y ten la seguridad de que "donde se agrandó el pecado, tanto más sobreabundó la gracia; para que, así como el pecado reinó para muerte, la gracia reine por medio de la justicia, para vida eterna, mediante nuestro Señor Jesucristo". Review and Herald, 18 abril 1899

Romanos 1:3-4 Juan 1:14  2 de Pedro 1:4  Hebreos 2:11-18  Hebreos 4:14  

Gálatas 4:5

La diferencia entre Cristo y nosotros no consiste en ninguna exención por su parte de las inclinaciones naturales hacia el pecado, propias de la naturaleza caída. La diferencia consiste en que jamás consintió esas inclinaciones ni las incorporó a su carácter, tal como hacemos nosotros. Las tentaciones del corazón natural fueron tan fuertes para Cristo como lo son para nosotros.

El Plan de salvación consiste en lo que en Hebreos 2:14 y 15 nos dice que Jesús iba a destruir "por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte", "y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre". El versículo 17 nos dice que la única forma en que Cristo podía lograr tal cosa es siendo "en todo semejante a sus hermanos": no en algunos aspectos, sino "en todo". La inspiración nos dice además: "La gran obra de la redención podía sólo ser llevada a cabo mediante el Redentor tomando el lugar del Adán caído" (Review and Herald, 24 febrero 1874). No habría podido cumplirse si Cristo hubiera tomado el lugar de Adán antes de la caída, o si no hubiera tomado el lugar de nadie (parcialmente como Adán y parcialmente como nosotros). A fin de ser nuestro Sustituto impecable, tuvo que vencer las debilidades de nuestra naturaleza caída. Cristo se había de erigir en poder vencedor, allí donde había existido una fuerza irresistible para el hombre.

"He quedado chasqueado y perplejo por la confusión expresada en ese y otros artículos que han ido apareciendo durante los últimos 50 años. Siendo que Dios nos ha estado conduciendo a una plataforma de verdad eterna, ¿cómo es posible que abandonemos aquello que el Señor nos dio durante los primeros 100 años? ¿Cómo es posible que prestemos soporte, como iglesia, a enseñanzas que provienen de aquellos que no han sido bendecidos por la luz que procede del trono de Dios? Nuestra meta, desde la publicación de los libros Questions on Doctrine y Movement of Destiny, parece ser apaciguar las inquietudes de los que quieren seguir las enseñanzas del papado. En la Asamblea de la Asociación General de 1901, el Dr. Waggoner dijo: ‘¿No os dais cuenta de que la idea de que la carne de Jesús fue distinta a la nuestra (puesto que sabemos que la nuestra es pecaminosa) implica necesariamente la idea de la inmaculada concepción de la virgen María?’ George Knight dice: ‘La naturaleza de Cristo no ocasionó controversia en el Adventismo en la década de 1890. Era un concepto teológico aceptado de forma general, y no era de ninguna forma objeto de debate...’ ¿Por qué lo fue en los años 50? Porque procuramos el estatus de no ser considerados una ‘secta’, a expensas de comprometer la verdad" (Ministry, junio 2004, p. 3).

"Si el pecado es un estado inherente a nuestra naturaleza... Cristo no pudo nacer con nuestra naturaleza –ya que de haberlo hecho, habría sido un pecador-, y si no nació con nuestra naturaleza tampoco pudo ser nuestro ejemplo, excepto de forma utópica (a menos que nos proporcionara también a nosotros naturaleza no caída). En consecuencia, no podemos vencer como lo hizo él, y hemos de continuar pecando, de forma que el ministerio de Jesús en el santuario celestial es primariamente administrar la justificación".

"La teología adventista no presenta dos alternativas posibles sobre la naturaleza humana de Jesús nuestro Señor... Es como si nuestro pueblo decidiera que creer en la observancia del domingo, o bien del sábado, está igualmente justificado a los ojos de Dios. Evidentemente, ha habido un cambio en nuestra posición histórica".

Examinemos cierta evidencia inspirada. Jesús dijo: "No busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre, que me envió" (Juan 5:30). ¿Por qué dijo Jesús que no buscaba su propia voluntad? "La voluntad humana de Cristo nunca lo habría llevado al desierto de la tentación... no lo habría llevado a sufrir la humillación, burla, reproche, aflicción y muerte. Su naturaleza humana rehuía todas esas cosas tan decididamente como lo hace la nuestra" (Signs of the Times, 29 octubre 1894). Si Cristo hubiera seguido los deseos naturales de su voluntad humana habría abandonado su misión y el plan de Dios para él. En otras palabras, su voluntad humana habría desobedecido a Dios, y él estaba en necesidad de negar su propia voluntad a fin de cumplir la voluntad de su Padre. ¿No es acaso exactamente esa nuestra situación? De forma natural, nuestra voluntad y deseos están en oposición con la voluntad de Dios, y hemos de someter la complacencia de nuestra propia voluntad a fin de obedecer a Dios.

Hay un mundo de significado en este pensamiento inspirado: "Experimentando en sí mismo la fuerza de las tentaciones de Satanás" (Review and Herald, 18 marzo 1875). ¿Dónde reside la fuerza de las tentaciones de Satanás? "Sus [nuestras] tentaciones más poderosas vendrán del interior, ya que debe batallar contra las inclinaciones del corazón natural" (Christ Tempted As We Are, p. 11). Si nuestras tentaciones más fuertes se dan en nuestro batallar contra las inclinaciones del corazón natural, y si Cristo experimentó en su propio interior la fuerza de las tentaciones de Satanás, es evidente que esas inclinaciones afectaban también a Cristo. "Si tuviéramos que soportar algo que Jesús no soportó, en este detalle Satanás representaría el poder de Dios como insuficiente para nosotros. Por lo tanto, Jesús fue ‘tentado en todo punto, así como nosotros’ (Heb. 4:15). Soportó toda prueba a la cual estemos sujetos" (El Deseado de todas las gentes, p. 15 y 16). ¿Es el poder de Dios realmente suficiente para vencer las inclinaciones del corazón natural? Si Jesús no estuvo afectado por dichas inclinaciones, entonces las acusaciones de Satanás no habrían sido jamás respondidas, y nuestra salvación sería más que incierta.

"Las dudas asaltaron al moribundo Hijo de Dios" (Joyas de los Testimonios, vol. I, p. 226). Cristo fue tentado por sus propios pensamientos a dudar –a no creer- las promesas de su Padre.

"Bendijo a niños que poseían pasiones como las de él mismo" (Signs of the Times, 9 abril 1896). ¿Poseen todos los niños deseos heredados hacia el egoísmo? Cristo estuvo afectado por pasiones "como las de" ellos.

"En su humanidad, el Hijo de Dios luchó con las mismísimas terribles y aparentemente abrumadoras tentaciones que asaltan al hombre: tentaciones a complacer el apetito, a aventurarse atrevidamente donde Dios no nos conduce, y a adorar al dios de este mundo, a sacrificar una eternidad de bienaventuranza por los placeres fascinadores de esta vida" (Mensajes Selectos, vol. I, p. 111 y 112). ¿Acaso no resultamos nosotros atraídos por nuestros deseos a hacer esas mismas cosas? Lo que hace que nuestras tentaciones sean tan terribles y abrumadoras es la intensidad de nuestro deseo por ellas, y aquí se nos dice claramente que Cristo experimentó esas mismas tentaciones.

EL DESEADO DE TODAS LAS GENTES PAGINA 32

 Habría sido una humillación casi infinita para el Hijo de Dios revestirse de la naturaleza humana, aun cuando Adán poseía la inocencia del Edén. Pero Jesús aceptó la humanidad cuando la especie se hallaba debilitada por cuatro mil años de pecado. Como cualquier hijo de Adán, aceptó los efectos de la gran ley de la herencia. Y la historia de sus antepasados terrenales demuestra cuáles eran aquellos efectos. Mas él vino con una herencia tal para compartir nuestras penas y tentaciones, y darnos el ejemplo de una vida sin pecado. DTG 32.3

 

EXALTAD A JESUS PÁG. 85

Jesús tomó sobre sí la naturaleza humana y pasó por la infancia, la niñez y la juventud, con el fin de aprender como simpatizar con todos, y dejar así un ejemplo para todos los niños y jóvenes. El conoce las tentaciones y debilidades de los niños. En su amor, ha abierto una fuente de placer y alegría para el alma que confía en él. Al esforzarse por honrar a Cristo e imitar su ejemplo, los niños y jóvenes pueden ser verdaderamente felices. De ese modo pueden sentir que su responsabilidad colabora con Jesucristo en el gran plan de salvar a las almas.

 

 

MENAJES SELECTOS TOMO 1 PÁG. 300

Al tomar sobre sí la naturaleza del hombre en su condición caída, Cristo no participó de su pecado en lo más mínimo. Estuvo sujeto a las flaquezas y debilidades que rodean al hombre, “para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias”. Mateo 8:17. Fue conmovido por el sentimiento de nuestras debilidades y fue en todo tentado a nuestra semejanza. Y, sin embargo, no conoció pecado. Fue el Cordero “sin mancha y sin contaminación”. 1 Pedro 1:19. Si Satanás hubiera logrado con su tentación que Cristo pecara en lo mínimo, habría herido la cabeza del Salvador. Tal como sucedieron las cosas, sólo le pudo herir el talón. Si hubiera sido tocada la cabeza de Cristo, habría perecido la esperanza de la raza humana. La ira divina habría descendido sobre Cristo así como descendió sobre Adán. Hubieran quedado sin esperanza Cristo y la iglesia. 1MS 299.3

No debemos tener dudas en cuanto a la perfección impecable de la naturaleza humana de Cristo. Nuestra fe debe ser inteligente; debemos mirar a Jesús con perfecta confianza, con fe plena y entera en el Sacrificio expiatorio. Esto es esencial para que el alma no sea rodeada de tinieblas. Este santo Sustituto puede salvar hasta lo último, pues presentó ante el expectante universo una humildad perfecta y completa en su carácter humano, y una perfecta obediencia a todos los requerimientos de Dios. El poder divino es colocado sobre el hombre para que pueda llegar a ser participante de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que está en el mundo por la concupiscencia. Por esto el hombre, arrepentido y creyente, puede ser hecho justicia de Dios en Cristo. 1MS 300.1

 

 

 

 

 

PRIMEROS ESCRITOS PAG. 152

Satanás se alegró de nuevo con sus ángeles de que por haber causado la caída del hombre lograba hacer descender al Hijo de Dios de su excelsa posición. Dijo a sus ángeles que cuando Jesús tomara la naturaleza del hombre caído, podría vencerlo e impedir el cumplimiento del plan de salvación. PE 152.1

PRIEMEROS ESCRITOS PAG. 150

Dejaría toda la gloria que tuvo en el cielo, para aparecer en la tierra como hombre, humillándose como tal, y relacionándose, por una experiencia personal, con las diversas tentaciones que asediarían a los hombres, a fin de saber cómo auxiliar a los tentados; y que, por último, una vez cumplida su misión como maestro, sería entregado en manos de los hombres, para sufrir cuantas crueldades y tormentos pudiesen inspirar Satanás y sus ángeles a los malvados; que moriría de la más cruel de las muertes, colgado entre los cielos y la tierra como culpable pecador; que sufriría terribles horas de agonía, de la cual los mismos ángeles esconderían el rostro, pues no podrían tolerar el espectáculo. No sería sólo agonía del cuerpo la que sufriría, sino también una agonía mental con la que ningún sufrimiento corporal podría compararse. Sobre él recaerían los pecados del mundo entero. Les dijo que moriría, que resucitaría al tercer día y ascendería junto a su Padre para interceder por el hombre rebelde y culpable. PE 149.3

Los ángeles se prosternaron ante él. Ofrecieron sus vidas. Jesús les dijo que con su muerte salvaría a muchos, pero que la vida de un ángel no podría pagar la deuda. Sólo su vida podía aceptar el Padre por rescate del hombre. También les dijo que ellos tendrían una parte que cumplir: estar con él, y fortalecerlo en varias ocasiones; que tomaría la naturaleza caída del hombre, y su fortaleza no equivaldría siquiera a la de ellos; que presenciarían su humillación y sus acerbos sufrimientos; y que cuando vieran sus padecimientos y el odio de los hombres hacia él se estremecerían con profundísimas emociones, y que por lo mucho que le amaban iban a querer rescatarlo y librarlo de sus verdugos; pero que de ningún modo deberían intervenir entonces para evitar nada de lo que presenciasen; que desempeñarían una parte en su resurrección; que el plan de salvación estaba ya trazado y que su Padre lo había aprobado. PE 150.1

 

Romanos 1:3 afirma que Cristo "era del linaje de David según la carne". Ahora bien, se nos pretende hacer creer que Jesús fue hecho parcialmente –pero no totalmente- del linaje de David. E. White es aún más específica: "Como cualquier hijo de Adán, aceptó los efectos de la gran ley de la herencia. Y la historia de sus antepasados terrenales demuestra cuáles eran aquellos efectos. Mas él vino con una herencia tal" (El Deseado de todas las gentes, p. 32).

CRISTO VIVIO en la carne como la tuya y la mia.

Naturaleza Caída: Por lo tanto, asi como EL es nuestro ejemplo y el guardo los mandamientos del PADRE y no anduvo en pecado, nosotros por medio de su poder, tambien podemos vencer el pecado en nuestra carne y vivir por medio de nuestra fe en EL, de la manera que EL vivio.

Romanos 8:3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;

No deberíamos tener ninguna duda en relación con la perfecta impecabilidad de la naturaleza humana de Cristo. (Selected Messages, Tomo 1, p. 256) A pesar de que los pecados del mundo culpable fueron puestos sobre Cristo, a pesar de la humillación de haber tomado sobre sí mismo nuestra naturaleza caída, la voz desde el cielo lo declaró Hijo del Eterno. (Desire of Ages, p. 112).

Gálatas 4:4

Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley,

Filipenses 2:7

sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.

Hebreos 2:14

Así que, por cuanto los hijos participan de carne y sangre, El igualmente participó también de lo mismo, para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo,

Hebreos 2:17

Por tanto, tenía que ser hecho semejante a sus hermanos en todo, a fin de que llegara a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en las cosas que a Dios atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo.

Hebreos 4:15

Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros , pero sin pecado.

Pero Cristo era humano, como también divino, y necesitamos verlo como uno de nosotros. Necesitamos permitir que sus pies toquen el suelo. El propósito de este pequeño libro es presentar una imagen adecuada de nuestro Señor en su humanidad. Dado que Elena de White conoció a Jesús tan bien, y puesto que ella conversó con El en visión (ver, por ejemplo, Primeros Escritos, p. 77), hemos citado ampliamente, aunque no exhaustivamente, de sus escritos, así como también de las Sagradas Escrituras.

Durante cuatro mil años, la familia humana había estado perdiendo fuerza física y mental, así como valor moral; y Cristo tomó sobre sí las flaquezas de la humanidad degenerada. Únicamente así podría rescatar al hombre de las profundidades de su degradación. -- DTG 92.

Tomó sobre sí la naturaleza caída y doliente del hombre, degradada y contaminada por el pecado. -- 4 CBA 1169.

En El no había astucia o maldad; fue siempre puro e inmaculado, aunque tomó sobre sí nuestra naturaleza pecaminosa. -- RH, 15 de diciembre de 1896.

El tomó sobre su naturaleza sin pecado nuestra naturaleza pecaminosa, para que pudiera conocer cómo socorrer a aquellos que son tentados. -- MM 181. 

Tenemos otros estudios más que nos pueden pedir a través de facebook personal de la radio: Cristo Ya Viene.